La tradición cuenta que a finales del siglo XVII el lugareño Lázaro de Martos tuvo una aparición de la Virgen en el lugar en el que hoy se levanta el santuario. Años después, Lázaro Martos llegó a ser sacerdote y encargó a una comisión buscar una imagen parecida a su visión. Fue encontrada de un modo providencial, en extrañas circunstancias.
La imagen de la Virgen reproduce la visión del Apocalipsis de Juan. Es muy bella y en sus pies hay una serpiente de siete cabezas. Durante la Guerra se salvó de las hordas ateas que destruían los templos y las imágenes cuando no las vidas de los católicos. Quizá por su pequeño tamaño pudo librarse de la profanación. Se encuentra en un hermoso camarín del santuario del Saliente, en el cerro del Roel.
El santuario fue en principio una ermita modesta terminada en 1716. En el siglo XVIII se edifica el santuario actual, majestuoso con cinco altares y más acorde con la devoción que despierta Nuestra Señora. La romería se celebra el 8 de septiembre. Está precedida de una Novena. Comienza la víspera con una misa de romeros y un alegre cortejo que sube al cerro, portando las ofrendas, vituallas y cuanto se necesita para hacer el camino. Muchos devotos suben descalzos y algunos lo hacen de rodillas, en agradecimiento por favores concedidos.
Al día siguiente hay misa solemne con diáconos y la Virgen sale en procesión. La tradición manda que se reparta una caldereta entre los pobres y mendigos. Es caracterísco el ruido de la pirotecnia, en otra época la compañía era de armas de fuego, pero se prohibieron. La Virgen se detiene mirando al valle, y se canta la Salve. Durante todo el día se suceden las visitas al santuario, los paseos entre los puestos, los donativos y los encargos de misas. Como denominador común, el ambiente fervoroso y el respeto a la tradición.