Se celebran las romerías el domingo más próximo al 24 de marzo y sábado más próximo al 21 de julio (Fiestas Patronales). Se trata de romerías con tradición y renombre en la provincia. El tipismo lo ponen los danzantes de San Benito, quienes ponen en escena un antiguo baile de espadas, conocido como bachimachía, que termina con el degüello simbólico del maestro o patatú. Bachimachía quiere decir «casi a saltos». El Santo es sacado en procesión por la explanada de la ermita, entre el clamor de los devotos.

La danza se cree que procede de los pueblos precristianos. Los danzantes bailan acompañados de espadas de hierro que en ocasiones enlazan unas con otras para hacer un carril por el cual danzan sin parar de saltar, de ahí el nombre de «bachimachía». A mitad de recorrido se produce el momento más esperado de todos, el conocido patatú . Este es el acto en el cual el resto de danzantes simulan ahorcar al maestro de danza, utilizando para esto sus espadas dispuestas unas contra otras, quedando la cabeza del maestro apresada entre todas ellas. Al final escapa de su prisión y acompaña a sus compañeros a la ermita.

La ermita de San Benito está datada en el siglo XVIII, presenta planta de una sola nave cubierta por bóveda de medios cañones, rematada en la cabecera con un tramo cubierto por bóveda vaída, que recibe su apoyo de un arco de sección cóncava. Por su parte baja, el edificio aparece rematado por un pórtico de tres arcos levantado sobre arcos prismáticos.

La llegada a la ermita se caracteriza por el pasillo de espadas que se le realiza al Santo. Se reparten a los asistentes buñuelos caseros acompañados de vino de Montilla para paliar el calor.

La devoción a San Benito Abad en Obejo, hunde sus raíces, al menos desde el siglo XIV, y se ha convertido en señal de identidad de los obejenses y de los habitantes de la serranía cordobesa, que acuden constantemente a venerar al Santo en su ermita, situada a 2 kilómetros de Obejo.